20110626

Aleatorio

Tina Chang: Do you think that absence has a presence, too?

Li-Young Lee
: I love that question. I’ve been thinking about something for a long time, and I keep noticing that most human speech—if not all human speech—is made with the outgoing breath. This is the strange thing about presence and absence.

When we breath in, our bodies are filled with nutrients and nourishment. Our blood is filled with oxygen, our skin gets flush; our bones get harder—they get compacted. Our muscles get toned and we feel very present when we’re breathing in. The problem is, that when we’re breathing in, we can’t speak. So presence and silence have something to do with each other.

The minute we start breathing out, we can talk; speech is made with the outgoing, exhaled breath. The problem that is poses, though, is that as we exhale, nutrients are leaving our bodies; our bones get softer, our muscles get flaccid, our skin starts to loosen. You could think of that as the dying breath. So as we breath out, we have less and less presence.

When we make verbal meaning, we use the dying breath. In fact, the more I say, the more my meaning is disclosed. Meaning grows in opposite ratio to presence or vitality. That’s a weird thing. I don’t know why God made us that way.

It’s a kind of paradigm for life, right? As we die, the meaning of our life gets disclosed. Maybe the paradigm for living is encoded or embedded in speech itself, and every time we speak we’re enacting on a small-scale, microcosmic level the bigger scale of our lives. So that the less vitality we have, the more the meaning of our lives get disclosed.


Tina Chang
: ¿Cree que existe presencia dentro de la ausencia?

Li-Young Lee:
Me encanta esa pregunta. Llevo mucho tiempo pensando en algo parecido, y sigo notando que la mayor parte del habla humana (si no toda habla humana) está hecha de espiraciones. Eso es lo extraño de la presencia y la ausencia.

Cuando inspiramos, nuestros cuerpos se llenan de sustento y nutrientes. Se nos llena la sangre de oxígeno, se ruboriza la piel, se endurecen los huesos: se vuelven compactos. Se tonifican los músculos y sentimos intensamente nuestra presencia cuando inspiramos.El problema consiste en que, cuando inspiramos, no podemos hablar. De manera que la presencia y el silencio están en cierta manera relacionados.

Al empezar a espirar, podemos hablar; el habla está hecha de exhalaciones, de espiraciones. Sin embargo, el problema que se plantea es que cuando exhalamos aire, se nos escapan del cuerpo los nutrientes, se ablandan los huesos, los músculos se vuelven flácidos, se nos relaja la piel. Se podría pensar que es un aliento mortal. Así que cuando espiramos, nos deshacemos más y más de nuestra presencia.

Cuando nos comunicamos verbalmente, utilizamos este aliento mortal. De hecho, cuanto más hablo, más se desvela el sentido de mis palabras. Este sentido crece en un radio opuesto a la presencia o la vitalidad. Es algo curioso. No sé por qué Dios nos hizo así.

Es como un paradigma vital, ¿no? Cuando morimos, el sentido de nuestra vida se revela. Quizás el paradigma de la vida esté codificado o insertado en el mismo discurso, y cada vez que hablamos estemos representando en pequeña escala, en un nivel microscópico, la gran escala de nuestras vidas. Así que cuanta menos vitalidad tengamos, mayor será el sentido de la vida que revelamos.


20110615

Razas extrañas

¡

"Intrigado por el folclore americano, el biólogo noruego Thor Heyerdahl había comenzado a sospechar que en las Islas del Mar del Sur se había instalado una antigua civilización que venía de miles de millas por el este, dirigida por el héroe mítico Kon-Tiki. Heyerdahl sabía que los vientos alisios y las corrientes marinas de la costa sudamericana se dirigían hacia Polinesia. Ridiculizado por los científicos del momento, que habían dado por hecho que un viaje de una balsa aborigen de Perú a Polinesia era imposible, decidió demostrar la posibilidad de su teoría repitiendo el legendario viaje. La consiguiente expedición fue aclamada como una de las más maravillosas hazañas de audacia y valor de su tiempo."



Dónde lo vi:

20110613

I've got you under my skin


Hay algunas bellas cosas que el mundo debe saber, quién dice que no, difundir o difamar.

Dónde lo vi:

20110604

La jarra de agua



La noción de que el tiempo de los hombres no es conmensurable con el de Dios, resalta en una de las tradiciones islámicas del ciclo del miraj. Se sabe que el Profeta fue arrebatado hasta el séptimo cielo por la resplandeciente yegua Alburak y que conversó en cada uno con los patriarcas y ángeles que lo habitan y que atravesó la Unidad y sintió un frío que le heló el corazón cuando la mano del Señor le dio una palmada en el hombro. El casco de Alburak, al dejar la tierra, volcó una jarra llena de agua; a su regreso, el Profeta la levantó y no se había derramado una sola gota.

Dónde lo vi:
J. L. Borges, Historia de la eternidad. Nota al pie II