20111023

Humor inglés

De un lugar se llega a otro por azares sorprendentes. Estoy leyendo ahora mismo un artículo sobre la traducción, sus límites e intereses, centrada en el transvase de las lenguas clásicas (latín y griego) al inglés, idioma materno del autor de este comentario.

Imposible pasar por alto esta anécdota que recoge Carne-Ross, introduciendo un fragmento traducido al francés de la Eneida por Pierre Klossowski:
"At first and even second sight it is scarcely comprehensible, following as it does the word order of the Latin, and recalls the Oxbridge joke about those Loeb versions where one must look across to the Greek or Latin to find out what the English means"
(En un primer e incluso segundo vistazo es difícilmente comprensible, siguiendo tal y como lo hace la ordenación de las palabras del latín, y recuerda a la broma de los alumnos de Oxford y Cambridge sobre esas versiones de Loeb en las que uno tiene que buscar en los originales latinos o griegos para descubrir qué está diciendo en inglés).


Dónde lo vi:

20111001

E8. La belleza es una función.


La forma geométrica resultante es producto de una mezcla de parámetros que hacen que los distintos puntos (llamémoslos pintores) tiendan hacia un punto común (llamémoslo belleza). Estos puntos son simétricos.
En el momento en que un pintor muestre un nuevo parámetro de cálculo, el E8 se convierte en una figura distinta, cuyo lugar de tendencia no cambia, pero que utiliza nuevos ingredientes en su búsqueda infinita.

20110626

Aleatorio

Tina Chang: Do you think that absence has a presence, too?

Li-Young Lee
: I love that question. I’ve been thinking about something for a long time, and I keep noticing that most human speech—if not all human speech—is made with the outgoing breath. This is the strange thing about presence and absence.

When we breath in, our bodies are filled with nutrients and nourishment. Our blood is filled with oxygen, our skin gets flush; our bones get harder—they get compacted. Our muscles get toned and we feel very present when we’re breathing in. The problem is, that when we’re breathing in, we can’t speak. So presence and silence have something to do with each other.

The minute we start breathing out, we can talk; speech is made with the outgoing, exhaled breath. The problem that is poses, though, is that as we exhale, nutrients are leaving our bodies; our bones get softer, our muscles get flaccid, our skin starts to loosen. You could think of that as the dying breath. So as we breath out, we have less and less presence.

When we make verbal meaning, we use the dying breath. In fact, the more I say, the more my meaning is disclosed. Meaning grows in opposite ratio to presence or vitality. That’s a weird thing. I don’t know why God made us that way.

It’s a kind of paradigm for life, right? As we die, the meaning of our life gets disclosed. Maybe the paradigm for living is encoded or embedded in speech itself, and every time we speak we’re enacting on a small-scale, microcosmic level the bigger scale of our lives. So that the less vitality we have, the more the meaning of our lives get disclosed.


Tina Chang
: ¿Cree que existe presencia dentro de la ausencia?

Li-Young Lee:
Me encanta esa pregunta. Llevo mucho tiempo pensando en algo parecido, y sigo notando que la mayor parte del habla humana (si no toda habla humana) está hecha de espiraciones. Eso es lo extraño de la presencia y la ausencia.

Cuando inspiramos, nuestros cuerpos se llenan de sustento y nutrientes. Se nos llena la sangre de oxígeno, se ruboriza la piel, se endurecen los huesos: se vuelven compactos. Se tonifican los músculos y sentimos intensamente nuestra presencia cuando inspiramos.El problema consiste en que, cuando inspiramos, no podemos hablar. De manera que la presencia y el silencio están en cierta manera relacionados.

Al empezar a espirar, podemos hablar; el habla está hecha de exhalaciones, de espiraciones. Sin embargo, el problema que se plantea es que cuando exhalamos aire, se nos escapan del cuerpo los nutrientes, se ablandan los huesos, los músculos se vuelven flácidos, se nos relaja la piel. Se podría pensar que es un aliento mortal. Así que cuando espiramos, nos deshacemos más y más de nuestra presencia.

Cuando nos comunicamos verbalmente, utilizamos este aliento mortal. De hecho, cuanto más hablo, más se desvela el sentido de mis palabras. Este sentido crece en un radio opuesto a la presencia o la vitalidad. Es algo curioso. No sé por qué Dios nos hizo así.

Es como un paradigma vital, ¿no? Cuando morimos, el sentido de nuestra vida se revela. Quizás el paradigma de la vida esté codificado o insertado en el mismo discurso, y cada vez que hablamos estemos representando en pequeña escala, en un nivel microscópico, la gran escala de nuestras vidas. Así que cuanta menos vitalidad tengamos, mayor será el sentido de la vida que revelamos.


20110615

Razas extrañas

¡

"Intrigado por el folclore americano, el biólogo noruego Thor Heyerdahl había comenzado a sospechar que en las Islas del Mar del Sur se había instalado una antigua civilización que venía de miles de millas por el este, dirigida por el héroe mítico Kon-Tiki. Heyerdahl sabía que los vientos alisios y las corrientes marinas de la costa sudamericana se dirigían hacia Polinesia. Ridiculizado por los científicos del momento, que habían dado por hecho que un viaje de una balsa aborigen de Perú a Polinesia era imposible, decidió demostrar la posibilidad de su teoría repitiendo el legendario viaje. La consiguiente expedición fue aclamada como una de las más maravillosas hazañas de audacia y valor de su tiempo."



Dónde lo vi:

20110613

I've got you under my skin


Hay algunas bellas cosas que el mundo debe saber, quién dice que no, difundir o difamar.

Dónde lo vi:

20110604

La jarra de agua



La noción de que el tiempo de los hombres no es conmensurable con el de Dios, resalta en una de las tradiciones islámicas del ciclo del miraj. Se sabe que el Profeta fue arrebatado hasta el séptimo cielo por la resplandeciente yegua Alburak y que conversó en cada uno con los patriarcas y ángeles que lo habitan y que atravesó la Unidad y sintió un frío que le heló el corazón cuando la mano del Señor le dio una palmada en el hombro. El casco de Alburak, al dejar la tierra, volcó una jarra llena de agua; a su regreso, el Profeta la levantó y no se había derramado una sola gota.

Dónde lo vi:
J. L. Borges, Historia de la eternidad. Nota al pie II

20110530

20110412

El cinismo




Se da por consabida una integridad falsa en el literato, recreado en un desprecio disfrazado de curiosidad, acentuación del paisaje, cuando en realidad es una mano, con ojos mudos, los que escupen a un objeto que le infunde asco. Aun pareciendo vegetal que observa, no mancha, no corrompe, destruye el éter que cae bajo la piel de la forma y acentúa la deformidad del envoltorio caduco, ya repleto de cinismo.

20110305

Una vindicación de la cábala, J. L. Borges

o cómo en el misterio habita siempre el monstruo.


Ni es ésta la primera vez que se intenta ni será la última que falla, pero la distinguen dos hechos. Uno es mi inocencia casi total del idioma he­breo; otro es la circunstancia de que no quiero vindicar la doctrina, sino los procedimientos hermenéuticos o criptográficos que a ella con­ducen. Estos procedimientos, como se sabe, son la lectura vertical de los textos sagrados, la lectura llamada bouestrophedon (de derecha a iz­quierda, un renglón, de izquierda a derecha el siguiente), metódica sustitución de unas letras del alfabeto por otras, la suma del valor nu­mérico de las letras, etcétera. Burlarse de tales operaciones es fácil, prefie­ro procurar entenderlas.

Es evidente que su causa remota es el concepto de la inspiración mecánica de la Biblia. Ese concepto, que hace de evangelistas y profe­tas, secretarios impersonales de Dios que escriben al dictado, está con imprudente energía en la Formula consensus helvética, que reclama auto­ridad para las consonantes de la Escritura y hasta para los puntos dia­críticos —que las versiones primitivas no conocieron. (Ese preciso cumplimiento en el hombre, de los propósitos literarios de Dios, es la inspiración o entusiasmo: palabra cuyo recto sentido es endiosamien­to.) Los islamitas pueden vanagloriarse de exceder esa hipérbole, pues han resuelto que el original del Corán —la madre del Libro— es uno de los atributos de Dios, como Su misericordia o Su ira, y lo juzgan ante­rior al idioma, a la Creación. Asimismo hay teólogos luteranos, que no se arriesgan a englobar la Escritura entre las cosas creadas y la definen como una encarnación del Espíritu.

Del Espíritu: ya nos está rozando un misterio. No la divinidad ge­neral, sino la hipóstasis tercera de la divinidad, fue quien dictó la Bi­blia. Es la opinión común; Bacon, en 1625, escribió: "El lápiz del Espí­ritu Santo se ha demorado más en las aflicciones de Job que en las felicidades de Salomón".[1] También su contemporáneo John Donne: "El Espíritu Santo es un escritor elocuente, un vehemente y un copio­so escritor, pero no palabrero; tan alejado de un estilo indigente como de uno superfluo".

Imposible definir el Espíritu y silenciar la horrenda sociedad trina y una de la que forma parte. Los católicos laicos la consideran un cuerpo colegiado infinitamente correcto, pero también infinitamente abu­rrido; los liberales, un vano cancerbero teológico, una superstición que los muchos adelantos del siglo ya se encargarán de abolir. La Trini­dad, claro es, excede esas fórmulas. Imaginada de golpe, su concep­ción de un padre, un hijo y un espectro, articulados en un solo orga­nismo, parece un caso de teratología intelectual, una deformación que sólo el horror de una pesadilla pudo parir. Así lo creo, pero trato de reflexionar que todo objeto cuyo fin ignoramos, es provisoriamente monstruoso. Esa observación general se ve agravada aquí por el miste­rio profesional del objeto.

Desligada del concepto de redención, la distinción de las tres Per­sonas en una tiene que parecer arbitraria. Considerada como una necesidad de la fe, su misterio fundamental no se alivia, pero despun­tan su intención y su empleo. Entendemos que renunciar a la Trinidad —a la Dualidad, por lo menos—es hacer de Jesús un delegado ocasio­nal del Señor, un incidente de la historia, no el auditor imperecedero, continuo, de nuestra devoción. Si el Hijo no es también el Padre, la re­dención no es obra directa divina; si no es eterno, tampoco lo será el sacrificio de haberse rebajado a hombre y haber muerto en la cruz. "Nada menos que una infinita excelencia pudo satisfacer por un alma perdida para infinitas edades", instó Jeremyas Taylor. Así puede justi­ficarse el dogma, si bien los conceptos de la generación del Hijo por el Padre y de la procesión del Espíritu por los dos, insinúan heréticamen­te una prioridad, sin contar su culpable condición de meras metáforas. La teología, empeñada en diferenciarlas, resuelve que no hay motivo de confusión, puesto que el resultado de una es el Hijo, de la otra el Espíritu. Generación eterna del Hijo, procesión eterna del Espíritu, es la soberbia decisión de Ireneo: invención de un acto sin tiempo, de un mutilado zeitloses Zeitwort, que podemos rechazar o venerar, pero no discutir. El infierno es una mera violencia física, pero las tres inextrica­bles Personas importan un horror intelectual, una infinitud ahogada, especiosa, como de contrarios espejos. Dante las quiso figurar con el signo de una reverberación de círculos diáfanos, de diverso color; Donne, por el de complicadas serpientes, ricas e indisolubles. Toto co-ruscat Trinitas mysterio, escribió San Paulino; "Fulge en pleno misterio la Trinidad".

Si el Hijo es la reconciliación de Dios con el mundo, el Espíri­tu —principio de la santificación, según Atanasio; ángel entre los otros, para Macedonio— no consiente mejor definición que la de ser la intimidad de Dios con nosotros, su inmanencia en los pechos. (Para los socinianos —temo que con suficiente razón— no era más que una locución personificada, una metáfora de las operaciones divinas, trabajada luego hasta el vértigo.) Mera formación sintáctica o no, lo cierto es que la tercera ciega persona de la enredada Trinidad es el reconocido autor de las Escrituras. Gibbon, en aquel capítulo de su obra que trata del Islam, incluye un censo general de las publi­caciones del Espíritu Santo, calculadas con cierta timidez en unas ciento y pico; pero la que me interesa ahora es el Génesis: materia de la Cabala.

Los cabalistas, como ahora muchos cristianos, creían en la divi­nidad de esa historia, en su deliberada redacción por una inteligencia infinita. Las consecuencias de ese postulado son muchas. La distraída evacuación de un texto comente —verbigracia, de las menciones efí­meras del periodismo— tolera una cantidad sensible de azar. Comu­nican —postulándolo—un hecho: informan que el siempre irregular asalto de ayer obró en tal calle, tal esquina, a las tales horas de la ma­ñana, receta no representable por nadie y que se limita a señalarnos el sitio Tal, donde suministran informes. En indicaciones así, la exten­sión y la acústica de los párrafos son necesariamente casuales. Lo contrario ocurre en los versos, cuya ordinaria ley es la sujeción del sentido a las necesidades (o supersticiones) eufónicas. Lo casual en ellos no es el sonido, es lo que significan. Así en el primer Tennyson, en Verlaine, en el último Swinburne: dedicados tan sólo a la expre­sión de estados generales, mediante las ricas aventuras de su proso­dia. Consideremos un tercer escritor, el intelectual. Éste, ya en su ma­nejo de la prosa (Valéry, De Quincey), ya en el del verso, no ha eliminado ciertamente el azar, pero ha rehusado en lo posible, y ha res­tringido, su alianza incalculable. Remotamente se aproxima al Señor, para Quien el vago concepto de azar ningún sentido tiene. Al Señor, al perfeccionado Dios de los teólogos, que sabe de una vez —uno intelli-gendi actu— no solamente todos los hechos de este repleto mundo, sino los que tendrían su lugar si el más evanescente de ellos cambiara —los imposibles, también.

Imaginemos ahora esa inteligencia estelar, dedicada a manifestar­se, no en dinastías ni en aniquilaciones ni en pájaros, sino en voces es­critas. Imaginemos asimismo, de acuerdo con la teoría preagustiniana de inspiración verbal, que Dios dicta, palabra por palabra, lo que se propone decir.[2] Esa premisa (que fue la que asumieron los cabalistas) hace de la Escritura un texto absoluto, donde la colaboración del azar es calculable en cero, La sola concepción de ese documento es un prodigio superior a cuantos registran sus páginas. Un libro impenetrable a la contingencia, un mecanismo de infinitos propósitos, de varia­ciones infalibles, de revelaciones que acechan, de superposiciones de luz, ¿cómo no interrogarlo hasta lo absurdo, hasta lo prolijo numérico, según hizo la Cabala?

1931


[1]1. Sigo la versión latina: diffusius tractavit Jobi afflictiones. En inglés, con mejor acierto, ha­bía escrito: hath laboured more

[2] 1. Orígenes atribuyó tres senados a las palabras de la Escritura: el histórico, el moral y el místico, correspondientes al
cuerpo, al alma y al espíritu que integran el hombre; Juan Escoto Erígena, un infinito número de sentidos, como los tornasoles del plumaje del pavo real.


20110210

El oxímoron de fuerza y espíritu



"(...)Los griegos, casi siempre, tuvieron la fuerza espiritual que permite no mentirse; fueron recompensados por ello y supieron alcanzar en todas las cosas el más alto grado de lucidez, pureza y simplicidad. Pero el espíritu que se transmite de La Ilíada al Evangelio pasando por los pensadores y los poetas trágicos, casi no ha franqueado los limites de la civilización griega, y desde que Grecia fue destruida no quedan más que reflejo.

Romanos y hebreos se creyeron ambos substraídos a la común miseria humana, los primeros en tanto nación elegida por el destino para ser dueña del mundo, los segundos por favor de su Dios y en la medida exacta en que lo obedecían.

Los romanos despreciaban a los extranjeros, a los enemigos, a los vencidos, a sus súbditos, a sus esclavos; así no tuvieron ni epopeyas ni tragedias. Reemplazaban las tragedias por los juegos de gladiadores. Los hebreos veían en la desgracia el signo del pecado y por ende un legítimo motivo de desprecio. Consideraban a sus enemigos vencidos como horribles ante Dios mismo y condenados a expiar crímenes, lo que permitía la crueldad y hasta la hacía indispensable. Por eso ningún texto del Antiguo Testamento tiene un tono parecido al de la epopeya griega, salvo quizá ciertas partes del poema de Job. Romanos y hebreos han sido admirados, leidos, imitados en actos y palabras, citados siempre que hubo necesidad de justificar un crimen, durante veinte siglos de cristianismo.(...)"

La Ilíada o el poema de la fuerza, Simone Weil

20110203

Respecto a la utilidad de las fichas

Es la estética un débil objeto de experimentación. Comienza el concepto de un lado, desaparece la forma del otro. (El diablo vino a charlar vestido de paisano.)

"Rich in the simple worship of a day" ("Rica en la simple adoración de un día")
John Keats

"La existencia y el mundo sólo se justifican eternalmente como un fenómeno estético"
Friedrich Nietzsche

20110105

Me han hablado de una mujer que huye.

Hay palabras que no he visto, probablemente se trate de una broma infinita.
Put the blame on mame, boy




CAAC
(Pierre Giner -digamos más bien J.L. Borges-, Samuel Beckett, ¿?)