Ayer dejé en el aire la idea del instrumento, y pretendo abordar sus vertiginosas curvas. Como ya apunté por ahí, he estado tratando la obra de Durero últimamente e intentando desentrañar algo que es un poco absurdo, porque genios casi de mármol a la forma de Panofsky casi han extraído hasta la última gota del artista, como de tantos otros, y dejan a muchos (a una servidora) sedientos, pura envidia del que llegó más tarde o más bien del que, una vez atisbado las ideas que otros teóricos han desvelado, creen fervientemente que esa cosa ya estaba en la cabeza de uno, a la retaguardia. Estoy segura de que todo esto es cuento, consolación de petanca, pero es.
Y al cabo, e intentando retomar, Durero es alemán y artesano, muy a su pesar. Durero es un admirador ferviente de los italianos, a los que imita como cualquier otro fanático (atención a la elegante indumentaria del protagonista en un cuadro recién salido de la orneada posterior a su primer viaje a Italia). Aseguraría que Durero teme a su instrumento, que son sus manos; unas manos ásperas, magulladas (enguantadas, en el retrato), que le avergüenza mostrar a sus colegas italianos, nobles de trazo exclusivo . Y en otras ocasiones es incapaz de ocultarlas y las exhibe descaradamente, intentando encontrar una comunión entre lo alemán y lo italiano con fórmulas adversas, y a veces contradictorias; alcanzar el hallazgo de lo que es uno ¿a través del instrumento? Es del todo temible. Y así ocurre con la palabra, en total descontrol de uno. Y aun sintiéndola propia, es ajena, vívida, inasible. No respetarla es cosa de imprudente.
4 de julio: "En el 'Autorretrato' cedido por el Museo del Prado, por ejemplo, se ha descubierto que Durero aplicó pintura directamente con los dedos para componer la figura de los guantes, cuidándose de que su huella digital quedase impresa y perfectamente reconocible en la pintura. "Se desvela en estos detalles una ofuscación por su individualidad, por su yo, que apenas podemos intuir, pero que imaginamos como un juego inteligente o un mensaje solo para iniciados", elucubra Hess." En El Mundo.
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