"¿Qué locura", dice, "anteponer dioses oídos a los vistos?"
Níobe, libro VI, Metamorfosis, Ovidio
Sólo vi cenizas después del funesto canto. (El hambre hýbrida es insaciable): Suena un tambor.
No desafíes al ritmo, que despierta volcanes apagados.
Evohé, las palomas. Evohé, el carnero suplicando. Espiral infinita de pasos.
¡Que rodeen el templo! ¡Que venden los ojos cariátidos!
Vírgenes inocentes sostienen los techos cual bandejas. Cornucopias de espanto.
(Sólo escuché el golpe limpio sobre el tabernáculo.)
Culto ciego, piel y esparto.
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