9 de octubre de 1945
En Villa Olga
Querido Wallace Stevens:
Te ruego disculpas por este largo
silencio. No sabes cuánto significan nuestras conversaciones para tu salvaje
caribeño. Pero mi madre ha caído enferma y he tenido que internarla en un
sanatorio. Ver el proceso de desintegración de su mente ha sido desolador para
mí y, aunque su enfermedad ha ido creciendo desde sus dieciocho años, uno nunca
se acostumbra. Creo que estará allí durante tres o cuatro meses, porque esta
vez la crisis ha sido menos grave que en otras ocasiones. Todo esto me ha
mantenido silencioso y melancólico durante mucho tiempo, pero ahora me siento
mejor. Mañana saco a prensa la publicación de otoño de Orígenes.
Tus poemas aparecerán en la
publicación de invierno. Los ha traducido un amigo nuestro, Rodríguez Feliú.
¿Qué andas haciendo ahora? ¿Has publicado últimamente más poemas? ¿Estás
preparando alguna obra en verso nueva? Yo he estado releyendo las Elegías de
Duino de Rilke, que me agradan mucho. Los Sonetos a Orfeo son los
próximos en mi lista. También he terminado un libro maravilloso, Ideas para
una concepción biológica del mundo del Barón Jakob von Uexkull. En él, este
gran biólogo llega a la conclusión de que el origen de la vida no puede
explicarse con motivos materiales, refutando a Dawin, y que Platón estaba más
cerca de la verdad cuando concebía los arquetipos como la fuente de todas las
ideas y los seres. Curioso, ¿eh?
También he leído L’annonce faite à Marie de Claudel y Notre Jeunesse,
de Peguy. Este último es un análisis excepcional de nuestra situación
actual. No me sorprendería que De Gaulle tuviera este jugoso volumen al lado de
la cama. Debería.
Ahora mismo estoy viviendo en mi
pequeña casa de campo, Villa Olga, cerca de la Habana. Estoy solo y mi única
compañía es el cocinero Negro que nunca dice una palabra. Estoy escribiendo y
leyendo mucho. Me ocupo de mi jardín y alimento a los pollos mientras el Negro
cuida de mi hermosa vaca negra y blanca, Lucera, y la mula, Pompilio. Fui a la
ciudad la pasada noche a escuchar a Brailowsky dando un maravilloso recital de
Chopin. Es prodigiosa su forma de tocar Chopin. Fue toda una revelación
escuchar la interpretación del maestro polaco. ¿Has visto esa horrible
película, Canción inolvidable? ¿Has buscado a Sceve? Creo que escribí
mal el nombre en la última carta que te mandé. También he leído el ensayo de
Verlaine sobre Stendhal. ¿Has leído el Rimbaud de J. Rivière? Me pareció
algo tonto, su explicación de Rimbaud llamándole ángel perdido en este mundo
malvado y confuso en el que no estaba predestinado a prosperar es un poco
infantil. Sin embargo, hay pasajes de gran interés ¿Pero por qué escribir tal
sinsentido? A partir de ahora, detesto todas las exégesis de poemas: las cartas
de Rimbaud son realmente sorprendentes, especialmente aquella en la que lanza
la idea del poeta como un profeta que debe convertirse en intermediario
mediante un esfuerzo largo y razonable y así desintegrar sus sentidos hasta llegar a lo Desconocido.
Hablando del carácter angelical de Rimbaud, me acuerdo ahora de la astuta
observación de Valéry: “¿Qué harían los hombres de inteligencia e ingenio con ellos
mismos si no hubiera pecado original?” Pero, entonces, esa vida es necesaria,
ya que todo lo que vivimos y llegamos a saber y sufrir queda como una posible
fuente de sabiduría o de amor por los demás. Por eso creo que no debería
rechazar nunca ni siquiera las grandes mentiras de la historia. También pueden
ser útiles para tejer el patrón de la oscuridad. He aquí un caso ilustrativo:
Rilke. Tanto esfuerzo por esconder cosas y acaba alcanzando el éxito únicamente
por hacer ese esfuerzo. Cuando
realmente encripta cosas, sus poemas fallan. Por eso uno se encuentra con ratos
fastidiosos al leerle. No puedo evitar pensar que se repetía demasiado a sí
mismo. Su paradoja puede resumirse
en estas simples palabras de Proust: "On ne peut etre fidele qu'a ce
dont on se souviant, on ne peut se souvenir que de es qu'on a connu"[1] (en
una carta a Madame Scheikevitch).
Espero que, si las cosas no
empeoran por aquí, pase las Navidades en Nueva York. Voy a estar con mi hermana
pequeña, Olga, en N.Y. Espero verte entonces. Por cierto, Mariano, el pintor,
está ahora en Nueva York. Va a exponer en la Feigl Gallery en noviembre, con
dirección Feigl Gallery Madison 60I en el 57. Estoy seguro de que le gustaría
verte allí, si puedes. ¿Has visto El ángel en el bosque, de Marguerite
Young? Me parece bastante entretenida.
Debo terminar ya porque acaba de
llegar el tendero y ese hombre habla interminablemente. De otra forma esta
carta no tendría final. De todas formas, no tiene final el placer que encuentro
en leer tus maravillosos mensajes desde Hartford y sabes que mi admiración y
afecto crecen en “ausencia”[2] cada
día.
Mis mejores y más cordiales
saludos,
Pepe.
[1] Literalmente en el
original. “A lo único a lo que se puede ser fiel es a aquello que recordamos,
lo único que puede recordarse es aquello que conocemos.”
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