20120716

Ministros de la Luna I


9 de octubre de 1945
En Villa Olga

Querido Wallace Stevens:

Te ruego disculpas por este largo silencio. No sabes cuánto significan nuestras conversaciones para tu salvaje caribeño. Pero mi madre ha caído enferma y he tenido que internarla en un sanatorio. Ver el proceso de desintegración de su mente ha sido desolador para mí y, aunque su enfermedad ha ido creciendo desde sus dieciocho años, uno nunca se acostumbra. Creo que estará allí durante tres o cuatro meses, porque esta vez la crisis ha sido menos grave que en otras ocasiones. Todo esto me ha mantenido silencioso y melancólico durante mucho tiempo, pero ahora me siento mejor. Mañana saco a prensa la publicación de otoño de Orígenes.

Tus poemas aparecerán en la publicación de invierno. Los ha traducido un amigo nuestro, Rodríguez Feliú. ¿Qué andas haciendo ahora? ¿Has publicado últimamente más poemas? ¿Estás preparando alguna obra en verso nueva? Yo he estado releyendo las Elegías de Duino de Rilke, que me agradan mucho. Los Sonetos a Orfeo son los próximos en mi lista. También he terminado un libro maravilloso, Ideas para una concepción biológica del mundo del Barón Jakob von Uexkull. En él, este gran biólogo llega a la conclusión de que el origen de la vida no puede explicarse con motivos materiales, refutando a Dawin, y que Platón estaba más cerca de la verdad cuando concebía los arquetipos como la fuente de todas las ideas y los seres. Curioso, ¿eh? También he leído L’annonce faite à Marie de Claudel y Notre Jeunesse, de Peguy. Este último es un análisis excepcional de nuestra situación actual. No me sorprendería que De Gaulle tuviera este jugoso volumen al lado de la cama. Debería.

Ahora mismo estoy viviendo en mi pequeña casa de campo, Villa Olga, cerca de la Habana. Estoy solo y mi única compañía es el cocinero Negro que nunca dice una palabra. Estoy escribiendo y leyendo mucho. Me ocupo de mi jardín y alimento a los pollos mientras el Negro cuida de mi hermosa vaca negra y blanca, Lucera, y la mula, Pompilio. Fui a la ciudad la pasada noche a escuchar a Brailowsky dando un maravilloso recital de Chopin. Es prodigiosa su forma de tocar Chopin. Fue toda una revelación escuchar la interpretación del maestro polaco. ¿Has visto esa horrible película, Canción inolvidable? ¿Has buscado a Sceve? Creo que escribí mal el nombre en la última carta que te mandé. También he leído el ensayo de Verlaine sobre Stendhal. ¿Has leído el Rimbaud de J. Rivière? Me pareció algo tonto, su explicación de Rimbaud llamándole ángel perdido en este mundo malvado y confuso en el que no estaba predestinado a prosperar es un poco infantil. Sin embargo, hay pasajes de gran interés ¿Pero por qué escribir tal sinsentido? A partir de ahora, detesto todas las exégesis de poemas: las cartas de Rimbaud son realmente sorprendentes, especialmente aquella en la que lanza la idea del poeta como un profeta que debe convertirse en intermediario mediante un esfuerzo largo y razonable y así desintegrar sus sentidos hasta llegar a lo Desconocido. Hablando del carácter angelical de Rimbaud, me acuerdo ahora de la astuta observación de Valéry: “¿Qué harían los hombres de inteligencia e ingenio con ellos mismos si no hubiera pecado original?” Pero, entonces, esa vida es necesaria, ya que todo lo que vivimos y llegamos a saber y sufrir queda como una posible fuente de sabiduría o de amor por los demás. Por eso creo que no debería rechazar nunca ni siquiera las grandes mentiras de la historia. También pueden ser útiles para tejer el patrón de la oscuridad. He aquí un caso ilustrativo: Rilke. Tanto esfuerzo por esconder cosas y acaba alcanzando el éxito únicamente por hacer ese esfuerzo. Cuando realmente encripta cosas, sus poemas fallan. Por eso uno se encuentra con ratos fastidiosos al leerle. No puedo evitar pensar que se repetía demasiado a sí mismo. Su paradoja puede resumirse en estas simples palabras de Proust: "On ne peut etre fidele qu'a ce dont on se souviant, on ne peut se souvenir que de es qu'on a connu"[1] (en una carta a Madame Scheikevitch).

Espero que, si las cosas no empeoran por aquí, pase las Navidades en Nueva York. Voy a estar con mi hermana pequeña, Olga, en N.Y. Espero verte entonces. Por cierto, Mariano, el pintor, está ahora en Nueva York. Va a exponer en la Feigl Gallery en noviembre, con dirección Feigl Gallery Madison 60I en el 57. Estoy seguro de que le gustaría verte allí, si puedes. ¿Has visto El ángel en el bosque, de Marguerite Young? Me parece bastante entretenida.

Debo terminar ya porque acaba de llegar el tendero y ese hombre habla interminablemente. De otra forma esta carta no tendría final. De todas formas, no tiene final el placer que encuentro en leer tus maravillosos mensajes desde Hartford y sabes que mi admiración y afecto crecen en “ausencia”[2] cada día.

Mis mejores y más cordiales saludos,
Pepe.



[1] Literalmente en el original. “A lo único a lo que se puede ser fiel es a aquello que recordamos, lo único que puede recordarse es aquello que conocemos.”
[2] Literalmente en el original




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